El lápiz hoy en día, es una de las herramientas y uno de los aportes a la humanidad más útiles del mundo y una constante en el día a día de los seres humanos que los acompaña durante todas las etapas de su vida.
Faber-Castell, con siglos de historia representada en 120 países y actualmente con 14 fábricas de producción y 23 centros de producción en América, Eurpa y Asia, comienza su legado para el mundo en 1761 en Stein, un pueblo en el sur de Alemania, cuando el maestro carpintero Kaspar Faber (1730-1784) abre su propio taller de fabricación de lápices de grafito.
El método de trabajo era tedioso y exigía un compromiso enorme con la calidad. El trozo de grafito virgen debía ser cortado y limado a mano, formando una tablilla delgada y larga que sería insertada entre dos trozos de madera, también cortados a mano. Todo debía coincidir perfectamente y al mismo tiempo no perder su natural calidad. El corazón mineral – que más tarde sería mezclado con arcilla para regular la intensidad y dureza del trazo – era la médula de un proceso que unía a la prolija elaboración del oscuro mineral con la más fuerte tradición carpintera.
Hoy en día bajo algunos procedimientos de antaño, combinados con tecnologías de vanguardia, junto con este sistema patentado de prensado tipo “sandwich”, en el que se colocan las minas de grafito entre dos tablillas de madera, las cuales se calientan para hasta convertirlas en una sola (este proceso ayuda a evitar roturas).
El siguiente paso es cortarlos de forma individual, para finalmente pintarlos, afilarlos, grabarles la marca y barnizarlos con un sistema de laquedado que obedece a los más actuales y avanzados criterios ecológicos, así como la madera certificada que se utiliza para su fabricación, y que proviene de sus propios bosques en Brasil.
Los lápices de Faber-Castell se encuentran grabados en la mente de millones de niños en etapa escolar, estudiantes de nivel superior, artistas, arquitectos, y de toda persona que requiera de una de las herramientas básicas para escribir: un buen lápiz.
Como ejemplo de un buen lápiz es el icónico verde Castell 9000, presentado al mundo en 1905. Su calidad y sus 16 grados de dureza, lo han convertido en uno de los favoritos de artistas e ilustradores.
El lápiz Grip 2001 es el ejemplo perfecto de Faber-Castell y su constante reinvención, ya que muestra diseño, calidad, tecnología e historia en un solo producto. Esta pieza es unica en su tipo, la zona Sift-Grip (patentada por la marca), evita que los dedos se resbalen mientras se escribe. Su firma triangular ergonómica garantiza una escritura sin fatiga. El recubrimiento de superficie está hecho de pintura ecológica a base de agua, una tecnología introducida por primera vez por Faber-Castell. La mina de grafito está totalmente unida a la madera, lo que lo hace particularmente resistente a la rotura.
Faber-Castell produce 2,300 millones de lápices al año. Desde hace casi 260 años maneja un amplio y sólido conocimiento sobre la fabricación de lápices de calidad. Para la marca El Día del Lápiz se celebra todos los días, y lo hace mostrando al mundo una historia llena de éxitos, tradición y de dignas aportaciones para el mundo y quienes lo habitan.