
Cerramos otra edición más del Primavera Sound, con una sonrisa en la boca, agujetas por doquier y la sensación de que este festival no tiene límites. Ya lo dicen: “la perfección no existe, pero intentar conseguirla te hace mejorar”. La frase se la escuché a Thierry Henry, pero seguro que la dijo alguien mucho más leído.
El Primavera Sound intenta conseguir la perfección año tras año, y, aunque no la consigue, cada año es mejor que el anterior, y con toda probabilidad, peor que el siguiente. Y no mejor para sus intereses, que también, si no mejor para el espectador, algo que muy pocos festivales en el mundo pueden decir.
En cifras globales: 190.000 visitas, 10 escenarios, más de 300 conciertos y 3 billones de kilómetros cuadrados (no, pero son muchos). Tras esto, mis cifras personales parecen ridículas, pero mis contracturas dicen lo contrario: cerca de 60 grupos fotografiados y más de 100 kilómetros recorridos. Y pese a todo, un gran disgusto por no haber podido fotografiar a Charles Bradley o Neutral Milk Hotel
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LO MEJOR DEL PRIMAVERA SOUND 2014:
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El sonido impecable de los conciertos celebrados en el Auditori Rockdelux. Tienen que ofrecerte algo muy bueno para obligarte a levantar el cuerpo dolorido de esas cómodas butacas. Por suerte o por desgracia, los conciertos que se programan simultáneamente te obligan a ello. Pero sería un lujo hacer un festival a parte que se celebrara íntegramente en el Auditori.
– La enorme mejora de Temples respecto a su último concierto en España en el FIB 2013. En cualquier caso, la comparación con Tame Impala sigue siendo como comparar una talla 85 con la pelirroja de Mad Men.
– Cualquier cosa que haga, toque, diga o piense Justin Vernon. En este caso el concierto de Volcano Choir. Genio.
– Real Estate. El grupo que mejor suena y el que mejores punteos nos regala. Aire fresco en un mundo en el que dominan las distorsiones sin sentido, el auto-tune y el ruido. Es una pena que muchos críticos se atrevan a etiquetar la música de Real Estate como “simple”. Son sencillos y nada pretenciosos, pero sus canciones tienen una complejidad tremenda. Coged una Fender y comprobadlo.
– La energía de Samuel Herring, de Future Islands. Cantar mientras das una clase magistral de zumba no debe ser nada fácil.
– Arcade Fire. Nunca fallan. Mantener un nivel constante tan alto les convierte en una de las bandas más grandes de los últimos años. No les basta con cumplir, ya que tocaron media hora más de lo que se le supone a un cabeza de cartel que no sea The Cure.
– Disclosure. Si me hubieran dicho su edad mientras actuaban no me lo hubiera creído. Fenómenos de la electrónica acompañado de grandes visuales. Potencial enorme.
– Metronomy. Pese a la más que discutible calidad de su (pésimo y pretencioso, si se me permite) último disco, siguen siendo un grupo capaz de dar grandes conciertos, sencillamente porque ‘The English Riviera’ reúne todos los hits que cualquier otro grupo logra crear en su carrera.
– Haim. Este, Alana y (sobretodo) Danielle, tapan bocas allá por donde pasan. Pueden tener un bonito pelo y salir en revistas de moda, pero musicalmente lo bordan.
– El público de Slint. Silencio sepulcral, respeto y pasión silenciosa hacia el grupo. Probablemente lo que más recordaré del festival.
– La magia de
Kronos Quartet con los violines. Sólo este festival puede ofrecer este tipo de conciertos.

– Perlas como Courtney Barnett o los brasileños Boogarins. Punto para los ‘ojeadores’.
– Mogwai. Probablemente el mejor concierto del festival. Como en sus discos: sobran las palabras.
– La pasión en las primeras filas en conciertos como los de Kendrick Lamar, Arcade Fire o Ty Segall. No todo es postureo.
– Yannis Philippakis, de Foals, ofreciendo refrigerios.
– Las luces y la producción de Chromeo. A veces el envoltorio es lo más importante.
– Angel Olsen. Lleva su maravilloso último disco a un nuevo nivel en directo. La interpretación de ‘Lights Out‘ fue mi momento favorito del festival.
– Ty Segall. El concierto más loco que he visto nunca. Crowd surfing, pogos, mosh pit, stage dive, e invasión de escenario final. Me da que el personal de seguridad no lo incluiría en “lo mejor” del festival.
– El belga Stromae, comiéndose a todos los artistas del miércoles para sorpresa de los presentes. Ojo a Stromae y ojo a Bélgica en el mundial.
– Los conciertos gratuitos por la mañana en un parque de la ciudad.
– La poca presencia de artistas que se limitan a darle al play encima del escenario. Aquí la música se toca con instrumentos.
– Diversidad. Eclecticismo. Cultura.
– El enloquecimiento progresivo de Matt Berninger, de The National, directamente proporcional a la cantidad de alcohol ingerido. Por desgracia en el momento de las fotos sólo rozaba el coma etílico.
– Los solapes. El factor clave para que el festival se sostenga pese a ser masivo.
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LO PEOR DEL PRIMAVERA SOUND 2014:
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– La lluvia. El año pasado avisó, este año atacó sin piedad durante algunas horas.
– Chvrches y su poco potencial. No he visto evolución en relación a su concierto del pasado año en el FIB. Creo que esto es lo más alto a lo que pueden llegar en su carrera, pero siempre estoy dispuesto a que me tapen la boca.
– Sky Ferreira. Sin ningún tipo de prejuicio y con la mayor objetividad, puedo decir que lo de Sky Ferreira fué un fracaso mayúsculo. Mal sonido, mala voz, mala actitud. Quizás fue un mal día, pero no tiene pinta.
– Midlake. No aportan nada nuevo. Las bases son buenas, pero deben crear por ellos mismos en lugar de buscar la fórmula del éxito bebiendo de los demás.
– !!! (Chk Chk Chk). Mucho bailecito, pocas nueces.
– El pésimo sonido del escenario Pitchfork, especialmente en el concierto de Dum Dum Girls. Las luces también dejaron muchos que desear en los conciertos nocturnos.
– Los 15 minutos que tardó Earl Sweatshirt en salir al escenario, mientras su DJ perdía el tiempo. El Primavera Sound da total flexibilidad con los tiempos de actuación, por lo que este tipo de artimañas no tienen sentido. Hay que ser más honesto, Earl.
– Que Sharon Van Etten tuviera que disculparse porque algunos lumbreras no pillaron sus chistes hace dos años. Por favor, si venís a Barcelona y hacéis algún comentario irónico, aclarad que es broma. Por lo visto tenemos una plaga de Sheldon Coopers. El concierto de Sharon, precioso. Ni hace falta decirlo.
– Cut Copy.
– Pixies, como Puyol, un claro ejemplo de no saber retirarse a tiempo. El concierto bien, pero sus trabajos recientes son una tomadura de pelo.
– Pond. Tame Impala sin Kevin Parker. Sandwich de Nocilla sin Nocilla.
– Perderme a Charles Bradley (por hacer la foto del confetti), Rodrigo Amarante (por Real Estate) o Neutral Milk Hotel (porque no permitían fotógrafos). Esta es la cruz de las solapaciones, pero como decía antes, traen más beneficios que pérdidas.
– La cancelación de Jenny Lewis. Siempre es un placer tenerla por aquí, y su pérdida en el último segundo supuso un gran disgusto.
– Perderme los primeros conciertos del día, como los de Julia Holter y Silvia Perez Cruz, pero las fuerzas no daban para más. Luego miras hacia atrás y piensas: “tendría que haber aguantado más. Ir más pronto. Irme más tarde” (morir de paro cardíaco. Tomar anfetaminas).
– Gente meando por las paredes en lugar de usar los 500 baños públicos a su disposición. En todo el festival tuve que hacer menos cola que en mi propia casa un lunes por la mañana. Habrá que implantar el pañal de Rough Trade.
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APUNTES FINALES
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Hasta aquí mi visión puramente subjetiva del festival. No soy periodista, la formación que tengo es puramente fotográfica, por ello he decidido que el post sea lo más visual posible.
No puedo dejar de recomendaros las crónicas de Juan Manuel Freire, Fermin Zabalegui y la del equipo de Indiespot. También recomiendo los maravillosos dibujos que realizaron durante el festival los estudiantes de la escuela del cómic, que podréis encontrar con el hashtag #psgraphic.
¡Nos vemos en el Primavera Sound 2015!